
Hay algo que no soporto: la intransigencia. Y eso es lo que vi en un cartel durante la decimotercera marcha que se celebró en Bogotá por el Orgullo Gay. Palabras más, palabras menos, la pancarta, ubicada al frente del Planetario y custodiada por antimotines, decía, “por nuestras familias, por nuestros hijos, no más tolerancia con lo antinatural”.
El concepto de antinatural me perturba. Pero no quiero entrar en discusiones sobre ese término, ni de lo que me produjo (indignación) cuando lo leí; quiero describir, contar, sentir, lo bueno de la marcha.
Fue pacífica, fue colorida, fue musical. De hecho, la banda sonora de esta entrada es música de Lady Ga Ga, Gloria Trevi, Britney Spears y Christina Aguilera. Y los colores son los del arco iris.
La gente iba bailando, hablando, riéndose, tomando (aunque los soldaditos bachilleres quitaban las botellas de aguardiente que ilegalmente vendían por ahí). Yo caminaba mientras me movía al ritmo de la música de la carroza de Theatron y observaba. Ay, porque ¡cómo me gusta la música electrónica!
Observé los disfraces, las plumas, los globos y sentí que era una celebración. Me di cuenta que la pancarta intransigente me demostraba que Bogotá le brinda un espacio a todos: en medio de la marcha por el Orgullo Gay estaban los antimotines cuidando a los 10 que no estaban de acuerdo con el asunto. Pero los antimotines no tuvieron que trabajar, pues los gays ni voltearon a mirar a los opositores y los que sí les pararon bolas, fue para tomarse una foto con el póster de fondo. Habrán pensando que era algo para recordar: todavía hay gente que no “supera” que hay lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales.
Me encanta la diversidad y me encanta que también hubo un cartel que rezaba “tengo bien puestos los cojones; y los tacones también”. Es ahí cuando empiezo a escuchar:
Tú me hiciste sentir que no valía
y mis lágrimas cayeron a tus pies
me miraba en el espejo y no me hallaba
yo era sólo lo que tú querías ver
Y con todas las analogías, porque esta canción nos cae a todos, la Gloria Trevi de la carroza de Theatron empieza a gritar, y todos nosotros también:
Y me solté el cabello, me vestí de reina
me puse tacones, me pinté y era bella
y caminé hacia la puerta, te escuché gritarme
pero tus cadenas ya no pueden pararme
y miré la noche y ya no era oscura, era de lentejuelas
Luego de caminar unas cuantas cuadras más entre el mar de colores, me fascinó, en el sentido más literal de la palabra, un vendedor ambulante que vendía “sánduches lesbianos”. Me pregunto, cuáles eran sus ingredientes…
Es una lucha larga que apenas comienza. Con la película Milk, en la que Sean Penn se ganó el Oscar a mejor actor, pudimos conocer algo de la historia de esta batalla. Es una lucha en que Colombia, poco a poco, al menos en términos legales, va caminando bien.
Desde 2007, nuestro país reconoce derechos económicos y patrimoniales en parejas del mismo sexo, así como autoriza las afiliaciones a seguridad social de uniones homosexuales que coticen a sistemas de salud o pensiones.
La cosa no queda ahí: en enero de este año la Corte Constitucional decidió amparar, de manera integral, los derechos de las parejas gays. ¿Qué busca esto? Igualdad, dignidad humana y solidaridad. Cerca de 42 normas fueron revisadas y modificadas. Para leer más de esto, visiten http://www.elespectador.com/node/112674
Estos hechos hacen de Colombia un país “adelantado” en legislatura concerniente a la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) y nos pone a la par de países como España, Bélgica, Canadá, Noruega y Holanda.
Pero si nos salimos de las leyes, la cosa no es tan moderna. Aún hay personas que discriminan, hacen pasar un mal rato e, incluso, amenazan, maltratan y golpean, a los gays. No hay estadísticas al respecto, o yo no las encontré, pero hojeando noticias, escuchando historias y leyendo blogs me he dado cuenta que aún estamos lejos de una verdadera igualdad. Por eso hoy, como una persona que reconoce la diversidad, solo quiero decir: “Some people are gay. Get over it!” (Algunas personas son gays. ¡Supéralo!)
¿Por qué irse en contra de ellos? Si hay gente que no los acepta, no los comparte, no los soporta, ¿es la violencia la solución? No. Todavía me parece increíble que siga creciendo el número de líderes homosexuales asesinados, entre ellos, Álvaro Miguel Rivera Linares, uno de los fundadores del sector LGBT del Polo Democrático Alternativo que perdió la vida en Cali el pasado mes de marzo.
No concibo cómo hay adultos que son homofóbicos e inculcan intolerancia y violencia hacia los homosexuales. ¿No se dan cuenta que alguno de sus hijos puede ser víctima de ese comportamiento?
Es por esto que me uní a esta marcha, porque así haya visto gente observando el desfile como el recorrido de un gran circo o freak-show, es la forma de ir creando consciencia que todos somos diferentes.
Estas manifestaciones sirven: vi padres con sus hijos presenciando la caminata; vi una loca/gamina de la calle bailando música electrónica sin gesto de asco ni desconfianza frente a los gays que pasaban frente a sus ojos; vi albañiles aplaudiendo mientras los transgeneristas se tomaban fotos con los que quisieran; vi parejas heterosexuales acompañando a sus amigos homosexuales caminar por las calles y mostrar sin miedo lo que son.
Sé que la gente en contra de la comunidad LGBT se pregunta ¿por qué una marcha del orgullo gay? ¿De qué están orgullosos? ¿Acaso los heterosexuales hacemos marchas y decimos qué tan orgullosos nos sentimos? Claro que no, porque ser heterosexual es “normal” (y lo escribo entre comillas porque así como pongo en entredicho la palabra “antinatural”, dudo del concepto de “normal”) y no existe un solo país del mundo donde serlo sea un delito. Sin embargo, ser gay es, en muchos países, algo ilegal y castigado por la ley.
En África, en la mayoría de los países es considerado ilegal ser homosexual. Si se demuestra que una persona es gay, puede ir a la cárcel hasta por 14 años, como es el caso de Gambia. Puede ser peor, en Sudán, Nigeria y Mauritania puede aplicar pena de muerte. Hay cosas curiosas: en algunos lugares aceptan la homosexualidad femenina, como el caso de Zimbawe.
En Asia la situación es similar: pena de muerte en Arabia Saudita, Yemen, entre otros. Se repite el hecho que en algunas naciones es legal la homosexualidad femenina, como Singapur. Hay otros países con mejores normas.
En América Latina, Brasil y Colombia son los países con leyes más tolerantes: aceptan la unión libre, los gays pueden prestar el servicio militar y existen normas anti-discriminación.
Países de Europa aceptan las relaciones homosexuales y existen leyes que prohíben el rechazo a la comunidad LGBT. Sin embargo, muchos de ellos aún no admiten el matrimonio como tal.
Canadá, Noruega, Suecia, Holanda, España y Suráfrica son ejemplo en materia de igualdad en la comunidad LGBT: son reconocidos los matrimonios entre personas del mismo sexo (con todos los beneficios legales del caso); las parejas homosexuales pueden adoptar y existen leyes anti-discriminatorias.
En últimas, esta marcha es por la dignidad y no por el orgullo.
Año tras año este “parade” contará con más personas. Espero que ese crecimiento sea directamente proporcional al nivel de tolerancia y de aceptación que todos tengamos frente a la comunidad LGBT y, algún día, todos podamos ser iguales en términos reales, no sólo legales.