viernes, 1 de agosto de 2008

17 - De la pobreza que no conozco

No se puede decir que se conoce algo porque lo ha visto...
hay que vivir la pobreza para asegurar que sí,
que sí se conoce. Pero a pesar de no vivirla, creo que a muchos le duele el alma al verla.
Caminar por las calles de Cartagena y ver indigentes en cada esquina, o manejar por Bogotá y ver cómo se acercan a limpiar el vidrio del carro o a hacer malabares, daría para que más de uno diga que conoce la pobreza.
No, no la conocen.
Yo tampoco.
Por cuestiones laborales me monté en el Fokker F28 que servía de avión presidencial desde Pastrana papá hasta el primer mandato de Uribe. Destino: aeropuerto El Caraño en Quibdó, Chocó, uno de los departamentos más olvidados por el Gobierno… y por todos nosotros.
El gremio de los bancos y algunos banqueros fueron a la inauguración de un proyecto en que ellos participan, por medio del cual construyen o remodelan escuelas. Esta vez le tocaba a Paimadó, corregimiento del Chocó con 2.200 habitantes, a tres horas en bote de Quibdó, pero a ocho minutos por aire.
En un principio, el plan era irnos en bote, pero una semana atrás habían secuestrado a un grupo a orillas del río Atrato.
Así que nos fuimos por aire. Una vez en El Caraño, nos dividieron en dos helicópteros militares. En uno, la gente de la ONG y los banqueros; en el otro, la prole: los periodistas.
Fascinante.
Tapones para evitar que el ruido moleste o haga daño en los tímpanos. Una tabla a cada costado del helicóptero hace las veces de sillas. Ventanitas redondas. Cabina encerrada, donde va el piloto y un misil con cinturón de balas a cada costado del aparato. Detrás de cada uno, un militar dispuesto a disparar si algo se mueve allá abajo cuando estemos volando.
Las hélices empiezan a girar, el aparato se eleva, como flotando… dura así un par de minutos y luego, más arriba, hacia el cielo. Abajo, los techos de Quibdó, que parecen las invasiones de Bogotá. La ciudad se ve café, el río se ve café y de un momento a otro, el agua turbia se desliza como serpiente en medio de un verde selva que no estamos acostumbrados a ver en la ciudad.
Fotos. Cámara condensada.
7 minutos de viento alborotado y aterrizamos en una especie de cancha de fútbol pelada, llena de barro porque el día anterior había llovido.
10 metros y veo un arco de globos, la gente aglomerada, esperando que llegara la primera dama, pero ella no fue. A pesar de la desilusión, los chocoanos siguieron ahí de pie, como si hubiera llegado una reina, esperando que los saludáramos… como si fuéramos importantes.
No, no somos importantes.
“Buenos días”, les digo… “bueeeeeeenos días”, me responden. Qué nobleza, qué sonrisas.
Sonrisas blancas y perfectas, de esas por las que las modelos y los actores de RCN pagan cientos de miles de pesos para tener.
Debajo de mis pies, barro, mucho barro, nada de cemento, vegetación pisada mil veces que terminó por ser sólo tierra. A mi lado, asentamientos en ladrillo pelado, techos en tejas viejas. La precariedad explica por qué, cada año con las lluvias, se pierden las pocas pertenencias que la población tiene.
Y aún sonríen.
Una lluvia incipiente, de esa que no moja pero da gripe, caía sobre nosotros mientras caminamos unos 30 metros para llegar a la Escuela Mixta La Candelaria. Otro arco de globos. Al lado izquierdo, pintadas de amarillo, las aulas remodeladas, frescas, nuevas. Al lado derecho, un gran cajón de cemento azul… ese espera por ser remodelado.
Acto protocolario, cortada de cinta y todo.
Baile cultural. ¡Qué ritmo! Era un vil baile de niños de colegio, pero parecían profesionales. El sabor allá no se roba, lo tienen todos.
Un niño movía su bandera azul de papel crepé y cuando me vio me gritó ¡azul! No sé qué sentí, pero hasta ganas de abrazarlo tuve.
Es lo que más recuerdo… es lo único que quiero recordar, así me den ganas de llorar.
Este país me duele.
No puedo decir que conozco la pobreza, porque nunca le he vivido.
Esta entrada al blog no tiene fin. No puede tener fin… ¿cómo terminar ésto?

2 comentarios:

Diego Seligman dijo...

Mas vale tarde que nunca dicen algunos, es la única excusa que te puedo dar. En serio, aunque a veces lo dudes, te amo. Mucho.

Alfred Cohen dijo...

Directo, fuerte, inteligente, visual, humano. Felicitaciones. Sigue escribiendo.