lunes, 15 de diciembre de 2008

18 - Del inventario sin orden alguno





















No puedo creer que esta sea la única foto de mis hijos, que ahora viven con la abuela, a quien llaman "la loca de los gatos", por vivir con cuatro felinos.


Leyendo por ahí me encontré con una caricatura muy graciosa que rezaba algo parecido a lo siguiente: no se sabe qué es peor, si el humo de los fumadores o las cortinas de humo.
También vi otra que mostraba un gran buque que se llamaba “Reelección presidencial” y debajo se leía: este barco no lo hunde nadie. A unos pocos centímetros un iceberg se asomaba, el iceberg de DMG.
El año se acaba y se debe ver con humor. A continuación, un inventario sin orden alguno de 2008.

  • Fito cantó con muchas ganas en el coliseo cubierto El Campín que “cielo o infierno lo mismo da”.
  • Muse hace ya unos meses también gritaba con pasión en el Palacio de los deportes: “It’s a new dawn, It’s a new day, It’s a new life, for me and I'm feeling good”.
  • Hubo cambio de sección, viajes a París, matrimonios en Cartagena, compras varias en el segundo semestre, viaje en helicóptero militar.
  • Hubo brujas maquiavélicas, hubo perdedores alrededor, hubo alegrías escondidas y tristezas repentinas.
  • Hubo pirámides caídas y captadores ilegales intervenidas. Más de uno perdió los ahorros, pero fueron más los que coronaron. En Mocoa el regalo a las quinceañeras era un millón de pesos para invertirlos en DMG, al año tenían cerca de 30 millones de pesos, me dijeron por ahí. ¿Quién querrá estudiar ahora? En esa ciudad pequeña ahora se ven varios carros último modelo, así que si piensan comprar uno a buen precio, pasen por allá.
  • Mis hijos ahora viven en Cartagena con la abuela, a quien ahora llaman la loca de los gatos.
  • Rescataron a Ingrid, se escaparon otros... hicieron más marchas, ninguna con la afluencia de gente de aquella primera en febrero.
  • Estalló la crisis hipotecaria en Estados Unidos, que se desencadenó en crisis financiera de todo el mundo. 2009 se espera aún peor.
  • Obama y Clinton se pelearon la candidatura presidencial de Estados Unidos, y cualquiera de los dos que hubiera quedado se habría convertido en una “primera vez”.
  • El invierno fue el peor de todos los tiempos, con miles de damnificados. Aún no termina.
  • Bogotá tuvo uno de sus mejores años en cuanto a conciertos se refiere: Kylie Mingue, REM, Fabulosos Cadillacs, Muse, Fito, The Mars Volta, Juanes (con cuatro fechas), Iron Maiden (y viene de nuevo), Maná, Miguel Bosé... la lista es larga, pero ya no recuerdo.
  • Los invito a que en la caja negra escriban los otros acontecimientos que ocurrieron en el año y que a mí, a estas horas de la noche en turno nocturno, se me pasan por alto.

viernes, 1 de agosto de 2008

17 - De la pobreza que no conozco

No se puede decir que se conoce algo porque lo ha visto...
hay que vivir la pobreza para asegurar que sí,
que sí se conoce. Pero a pesar de no vivirla, creo que a muchos le duele el alma al verla.
Caminar por las calles de Cartagena y ver indigentes en cada esquina, o manejar por Bogotá y ver cómo se acercan a limpiar el vidrio del carro o a hacer malabares, daría para que más de uno diga que conoce la pobreza.
No, no la conocen.
Yo tampoco.
Por cuestiones laborales me monté en el Fokker F28 que servía de avión presidencial desde Pastrana papá hasta el primer mandato de Uribe. Destino: aeropuerto El Caraño en Quibdó, Chocó, uno de los departamentos más olvidados por el Gobierno… y por todos nosotros.
El gremio de los bancos y algunos banqueros fueron a la inauguración de un proyecto en que ellos participan, por medio del cual construyen o remodelan escuelas. Esta vez le tocaba a Paimadó, corregimiento del Chocó con 2.200 habitantes, a tres horas en bote de Quibdó, pero a ocho minutos por aire.
En un principio, el plan era irnos en bote, pero una semana atrás habían secuestrado a un grupo a orillas del río Atrato.
Así que nos fuimos por aire. Una vez en El Caraño, nos dividieron en dos helicópteros militares. En uno, la gente de la ONG y los banqueros; en el otro, la prole: los periodistas.
Fascinante.
Tapones para evitar que el ruido moleste o haga daño en los tímpanos. Una tabla a cada costado del helicóptero hace las veces de sillas. Ventanitas redondas. Cabina encerrada, donde va el piloto y un misil con cinturón de balas a cada costado del aparato. Detrás de cada uno, un militar dispuesto a disparar si algo se mueve allá abajo cuando estemos volando.
Las hélices empiezan a girar, el aparato se eleva, como flotando… dura así un par de minutos y luego, más arriba, hacia el cielo. Abajo, los techos de Quibdó, que parecen las invasiones de Bogotá. La ciudad se ve café, el río se ve café y de un momento a otro, el agua turbia se desliza como serpiente en medio de un verde selva que no estamos acostumbrados a ver en la ciudad.
Fotos. Cámara condensada.
7 minutos de viento alborotado y aterrizamos en una especie de cancha de fútbol pelada, llena de barro porque el día anterior había llovido.
10 metros y veo un arco de globos, la gente aglomerada, esperando que llegara la primera dama, pero ella no fue. A pesar de la desilusión, los chocoanos siguieron ahí de pie, como si hubiera llegado una reina, esperando que los saludáramos… como si fuéramos importantes.
No, no somos importantes.
“Buenos días”, les digo… “bueeeeeeenos días”, me responden. Qué nobleza, qué sonrisas.
Sonrisas blancas y perfectas, de esas por las que las modelos y los actores de RCN pagan cientos de miles de pesos para tener.
Debajo de mis pies, barro, mucho barro, nada de cemento, vegetación pisada mil veces que terminó por ser sólo tierra. A mi lado, asentamientos en ladrillo pelado, techos en tejas viejas. La precariedad explica por qué, cada año con las lluvias, se pierden las pocas pertenencias que la población tiene.
Y aún sonríen.
Una lluvia incipiente, de esa que no moja pero da gripe, caía sobre nosotros mientras caminamos unos 30 metros para llegar a la Escuela Mixta La Candelaria. Otro arco de globos. Al lado izquierdo, pintadas de amarillo, las aulas remodeladas, frescas, nuevas. Al lado derecho, un gran cajón de cemento azul… ese espera por ser remodelado.
Acto protocolario, cortada de cinta y todo.
Baile cultural. ¡Qué ritmo! Era un vil baile de niños de colegio, pero parecían profesionales. El sabor allá no se roba, lo tienen todos.
Un niño movía su bandera azul de papel crepé y cuando me vio me gritó ¡azul! No sé qué sentí, pero hasta ganas de abrazarlo tuve.
Es lo que más recuerdo… es lo único que quiero recordar, así me den ganas de llorar.
Este país me duele.
No puedo decir que conozco la pobreza, porque nunca le he vivido.
Esta entrada al blog no tiene fin. No puede tener fin… ¿cómo terminar ésto?

miércoles, 2 de julio de 2008

16 - De aquellos engaños fantásticos

La guerra es sucia, no importa cuál sea su fin.
Pero, al parecer, es necesaria.
El Ejército se hizo pasar por una comisión internacional con el aval del secretariado guerrillero y engañaron a los que custodiaban a los rescatados. Así, salieron libres 15 secuestrados que pensarán que, en efecto, han vuelto a nacer.
Unas por otras: en el año 2002 los guerrilleros se hicieron pasar por militares y secuestraron a los 12 diputados del Valle.
Fantástico.
Un país unido por la felicidad de 15 familias.
¿Hasta dónde llegará la popularidad de Uribe? ¿A 102 por ciento?
Por ahí se preguntaron: ¿qué tal la cortina de humo para tapar la yidispolítica?
Todo está planeado.
Somos vigilados.

Ah, y ahora, ¿qué les queda a las Farc?

martes, 24 de junio de 2008

15 - De la parafernalia de los matrimonios en cada cultura

Mi novia favorita siempre será una que esté muerta... del susto.
Crédito: http://www.flickr.com/ - yeyo pepe



Conversaciones casuales al calor de una cerveza… al clima
- ¿Te casas?
- Sí, me caso.
- ¿¿CÓMO ASÍ??
- Ay, pero no me grites, ¿cuál es el agite?, ni que fuera contigo.
- Pues… eh, no sé. No sabía.
- Chiviado.

Pensando en esas cosas de tradición y cultura, caí en cuenta del vestido de novia.
Se me antoja llamarlo disfraz de novia. ¿O acaso alguna se lo vuelve a poner? No. Ninguna.
¿Alguna vez las colombianas salen con velo en la cara? No.
Y ni hablar de la cola de 5 metros, ni de la falda tipo pudín a punta de malín que produce una piquiña insoportable en las piernas.
La recepción del matrimonio es como una fiesta de disfraces donde la única disfrazada es la novia. Pero qué linda se ve. Los estilistas, el maquillador y la diseñadora del disfraz le dicen una y otra vez que ella es la protagonista de la fiesta, que nadie puede verse más linda que ella. Pero, ¿qué puede hacer aquella pobresita, poco favorecida por la naturaleza, para no verse opacada frente a la amiga divina del colegio que se fue de rojo con escote profundo o por la hermana que se parece a Monica Belucci? Pues, ponerse un disfraz bien llamativo.
La fiesta no se queda atrás. Otra tradición, otro rito tan válido como la danza de los indios al cielo para que llueva en épocas de sequía.
Que si el vals, el brindis, la quitada de la liga, la tirada del ramo… todas esas cosas no son más que rituales de cada cultura.
Leyendo en Internet, mi única herramienta de investigación mientras estoy en el trabajo, vi algunos datos que me parecieron interesantes. Tan interesantes como verán los africanos que yo tire mi ramo de flores de espaldas a las solteras de mi fiesta, a ver quién lo agarra, ya que la “suertuda” será la próxima en casarse.
Unos se casan cortándose las manos y uniendo su sangre.
Hay otros por ahí que celebran montados en una silla que sus amigos suben sobre sus hombros.
En la India las mujeres se pintan con henna, simbolizando el amor… ¿qué amor? Me pregunto, si muchas no han visto ni una vez al tipo con el que van a contraer nupcias.
En China se visten de rojo… así que no es tan escandaloso que no me case de pulcro blanco. Además, ¿a quién voy a engañar?
Los hebreos no se casan los sábados y en la ceremonia besan los libros sagrados.
Los musulmanes celebran durante días y los hombres están de juerga por un lado y las mujeres por el otro.
En Italia rompen una copa en pedazos, cuyo número significa los años que estará junta la pareja.
Algunos esquimales son tan buenos anfitriones que, cuando llega un visitante, le ofrece la mujer durante una noche… así, como una tasa de café.
En Nueva Guinea, algunos grupos prefieren que los hombres tengan relaciones homosexuales antes del matrimonio. Sólo relaciones heterosexuales al dar el sí.
Los Sakalaves de Madagascar ven como “nada que ver” que la mujer llegue virgen al matrimonio y, además, es mal visto ser “solamente” heterosexual.
Parafernalia es, según la RAE, conjunto de usos habituales en determinados actos o ceremonias, y de objetos que en ellos se emplean. Pero si me ponía a hablar, en serio, de la parafernalia del matrimonio de cada cultura, esta entrada hubiera sido interminable y, tal como lo hablé con el chiquito y la enana, si se escribe mucho, te leen poco.

- ¿Y por qué te casas?
- Para coger juicio.
- Ah no, ese ya está perdido.

miércoles, 21 de mayo de 2008

14- De reencontrar las memorias perdidas en el tiempo

El único amarillo que me gusta es el amarillo sol untado
de sal y calor sobre las calles y el mar de mi hermosa Cartagena.
Crédito:
www.flickr.com Juanpg


Recordar es vivir.
¿O es tan solo pensar en lo que ya sucedió? (solo. hay periodistas que no le ponen tilde ni cuando significa “únicamente”… no me gusta esa clase de adverbios, únicamente, fantásticamente…)
Cuando se tienen veinti tantos años y no se conoce la capital, es mal visto. Ni siquiera es como el cachaco que no conoce el mar; eso se relaciona con la nostalgia de no conocer lo que tanto se ha visto en fotos, una de las bellezas más prodigiosas del mundo. Creo que pueden tildar de pueblerinos a los que no conocen Bogotá.
Llegué hace dos años y parecía perro en ventana de carro cuando iba en el taxi camino a mi nueva casa (si a ese hueco estrato 6 en plena 14 con 79 se le podía llamar casa). Ver todo ese verdor contrastaba con el café de Barranquilla y el azul y el amarrillo de Cartagena.
Mirar por primera vez esos puentes peatonales que parecen las máquinas arácnidas de Matrix y los puentes vehiculares de tres pisos cuando en Cartagena el más largo es el más viejo y no pasa de 100 metros, me fascinó.
Ni hablar de mi fascinación por los parques, el clima, las distancias (que ahora odio)… del otro lado de mis sentimientos está el Transmilenio, la contaminación y los repetidos robos por los que he pasado: con pistola, sin darme cuenta…
Pensar en las perdidas que todos nos metemos porque nos hablan de un lugar que queda en la 68, como si uno supiera diferenciar, a los tres días de estar acá, entre la carrera y la calle 68. Además, una de ellas, la carrera, se vuelve la calle 100.
Claro que es genial cuando vemos todas las nomenclaturas: en cada esquina, una plaquita verde que te indica la calle y la carrera en que vas. Pero, pero… ¡ay! Llega un momento en que vamos en el bus, pendientes de las placas y llegar a lugares como los cercanos al Parque Simón Bolívar donde ya no hay más placas y, sin duda alguna, cuando vuelves a ver una, ya estás perdido.
¡Me encanta la calle 0!
Lo mismo pasa cuando vas en la Novena por allá en Cedritos y luego se vuelve la 30, o la NQS… norte quito sur. ¡Carajo! ¿Qué es ese nombre? Yo la llamo la no sé qué m$%&/.
El clima y sus lluvias de lado, donde no importa qué tan grande sea tu carpa (léase paraguas de 5.000 pesos de cuadritos comprado en una esquina en un día soleado, porque si lo compras con el cielo gris y las primeras gotas de agua salpicando tus gafas te sale en 8.000) porque igual te mojas. La única manera de no empaparte sería estar dentro de una burbuja para poder defenderte de esas agujitas que vienen desde todos lados.
O esos días en que, como buena calentana/o, te vas de camisa manga sisa (sisa. otra palabra que no me gusta) solo con la chaqueta encima y luego hace un frío de los mil demonios, cuando son las 4 de la tarde y parecen las 6. O viceversa: sales a las 8 de la mañana con el cuello tortuga y la chaqueta que parece un sofá (inflada y de peluche) y a las 10… sol resplandeciente barranquillero que te deja el cachete rojo.
Sé que los cachacos no entienden de estas cosas. Ellos se mantienen con su chaqueta de cuero bajo el sol más inclemente, en el bus, con las ventanas cerradas, la condensación cual Titanic y el olor a mico. Pero, pero… ¡ay! No se sientan en la silla que se acaba de desocupar porque les da hemorroides, les da “abrojito” o yo no sé qué. Yo pienso: en días fríos, mejor que me dejen el asiento calientito… Me imaginé a más de uno haciendo wuácala.
Y ni hablar del otro lado de la opinión, cuando uno se vuelve un poco rolo (solo un poco) y empieza a no soportar que le digan a Bogotá “la nevera”, que las mujeres se pongan chancletas tres puntadas con la uña fucsia o lo hombres anden en bermudas de dril beige.
La gritería. No la soporto. Yo, con el galillo imitado por mrs. Nieto en el colegio, no me aguanto ir en un bus y que el combo de cuatro costeños de visita tenga semejante bulla. O estar en un lugar cerrado de techo bajo, con tres tipos hablando de viejas a grito herido. Lo siento, ya no lo aguanto.
Estar acá es de las mejores cosas que he podido vivir. Esta ciudad te hace crecer a las patadas, a ver las cosas de manera diferente, ya sea con complejidad o con simpleza. Te hace trabajar para comer y no trabajar para la hoja de vida.
A mí me hizo empezar a tratar de usted a aquellos que no conozco mucho y, como trabajo entrevistando gente, intento pronunciar la s como s y no como j en casos como “conoJco”, “eJtamos”… “miJ abueloJ”. Ahorro tiempo, no me preguntan dos y tres veces qué dije. Claro que hay que tener en cuenta que yo hablo mal no por ser costeña, sino... problemas de dicción y vocalización.
Acá la gente me recibió bien y nunca he tenido problemas por ser de la costa en medio de una maraña cachaca en ninguno de los tres trabajos que he tenido.
Me gusta esta ciudad, de hecho, me enamoré de ella.
De aquí no me quiero ir. Pero pensar en la simple apertura de una posibilidad de partir me puso a pensar en todas estas cosas. En estas cualidades y defectos que me hacen enamorar, una y otra vez, de Bogotá.
Eso sí, “coJteña” seré hasta que muera, así me digan que parezco cachaca hasta abro la boca o me río y muestro el pómulo costeño. Extraño la comida rápida de Barranquilla y la playa de Cartagena, así los que cocinen la primera no se laven las manos y una revolcada en la segunda te deje con arena negra en lo más profundo del vestido de baño.
Así son todas las urbes, con sus cosas buenas y malas, pero al final, uno termina adaptándose a aquella ciudad que te permite “ser”, con todo el significado filosófico y coloquial que pueda tener.
Bogotá sería perfecta con una playa detrás de los cerros para quitar de mi piel la tonalidad “única e irrepetible” (como decía cierto profesor mío) del rosado apio.

miércoles, 26 de marzo de 2008

13 - De aquellas cosas de la primera impresión

Porque todo, todo en esta vida, es cuestión de perspectivas.
Por eso no hay verdad absoluta y no intento encontrarla.
Por eso jamás conoceré, de manera a completa, a alguien. Por eso nunca escucharé dos
opiniones iguales de dos personas diferentes acerca de alguien.
Imposible.
Crédito: http://www.flickr.com/ pichl photo blog

Es imposible.
Ir por la 26 en un bus leyendo un libro a las seis de la tarde es imposible.
No sabes qué es peor, si las lozas desniveladas que te hacen saltar una y otra vez y no sabes si lo que salta es tu ojo, el libro, las letras o el bus… o la falta de luz, generada por un sol naranja y rosado que se esconde tras las nubes.
Pero, aún así, te ensimismas en “El beso de la mujer araña” y olvidas a quien tienes al lado.
A tu compañero de trabajo que no sabe si hablarte o quedarse callado, haciéndose el que no le importa que te ensimismes.
Tampoco te importa.
Le echas una mirada y te das cuenta que ahora lo ves más atractivo de lo que te pareció la primera vez. De hecho, la primera vez que lo viste te pareció muy feo tras su piel que todavía parece adolescente, cubierta de acné, oscura por el sol o por los genes. Ni hablar de sus greñas.
Te preguntas lo que él habrá pensado de ti la primera vez que te vio.
Y te pones a pensar en cómo cambia la percepción del físico de las personas a medida que pasa el tiempo. No es por el tiempo, es por su personalidad que los puedes percibir más lindos o más feos.
No importa si son inteligentes o exitosos, sólo importa la manera en que tratan a otros, en cómo los hacen sentir con una palabra o una mirada.
No importa si esa compañera tuya de la universidad tiene un cuerpo envidiable y un cabello radiante… sólo importan sus gestos malhumorados y antipáticos cuando decide responderle algo al profesor.
No importa si aquél que te pareció un petardo la primera vez que lo viste tiene unas rastas (dreads) todas sucias y los dientes en trenza, pues con sus chistes, burlas y comentarios sarcásticos pasados de tono logró sacarte, no una cursi sonrisa, sino la carcajada de la vida.

Es imposible continuar leyendo mientras te pones a pensar en todas estas huevonadas, por eso te volteas y decides besar a tu compañero.

miércoles, 27 de febrero de 2008

12 - Del Jet Lag en la Ciudad Luz

París no se habla, se vive

Esta ciudad está llena de magia –así suene cliché– y de viejos edificios… y de viejos que huelen mal.
Cuando uno llega a una ciudad nueva, en otro país, en otro continente, con otro idioma, el primer sentimiento es temor.
¿Temor a la ciudad?
¿Temor a disfrutarla?
¿Temor a estar sola?
Hacerse entender con una mezcla de idiomas y señas no fue difícil.
¿Temor a la vergüenza?
Lo primero que hice al llegar a ese inmenso aeropuerto un lunes fue averiguar los precios de los perfumes, pues había que aprovechar el Duty Free.
Luego, tratar de encontrar cómo llegar al hotel en bus: Galerie 3, Ligne 2, Port Malliot.
Llorada, daño estomacal, sin hambre y sin sueño, pero cansada, puros síntomas del Jet Lag. Eso de estar 11 horas en un avión no es para mí.
Bueno, a menos que vaya para París.
Una vez en la habitación veo que la Torre Eiffel se presenta ante mí, por la ventana, con prepotencia y con todo su esplendor.
Salgo.
Camino.
En la ruta, veo el Arco del Triunfo a la izquierda, así que me desvío y lo visito, lo veo de cerca, lo admiro, le tomo fotos y me siento insignificante.
Sí, somos insignificantes.
“Prenez moi un photo sil vous plait”.
“Sí, claro, me responden”. Eran peruanos, pero eran dos y yo los envidié. Esta ciudad no es para disfrutarla sin compañía. Pero igual se disfruta, ella es disfrutable por naturaleza.
Les tomo foto a ellos, les tomo foto a otros que pasan por ahí.
Ese es el oficio del turista: pedir que le tomen fotos y tomarlas como agradecimiento.
Me siento un rato en uno de los muros del arco y experimento todo lo que me brinda, me levanto y cojo para la torre… la veo desde lejos, le tomo fotos a cada metro recorrido, me siento en una plaza a observarla y se me acerca el primer francés a hablarme y a invitarme a tomar café… alguien quisiera que le hubiera dicho de una vez “je suis mariè”.
Es normal que se te acerquen los franceses. No todos son bellos. El mapa de la ciudad y del metro abierto –e inmanejable– es la señal que ellos esperan para acercarse.
Me deshago del francés que tenía una cicatriz sospechosa en el dedo de la mano derecha y sigo mi travesía, hago la fila debajo de ese monumento de metal que se erige sobre mí, eran las 6 de la tarde y el frío me congela el alma.
Pero las emociones intactas.
Subo y veo la ciudad desde el segundo nivel y de nuevo me siento insignificante y cuando llego a lo más alto, el acabóse: no soy nada. Sólo soy un ser más en este inmenso mundo que observa y siente todo lo que le rodea.
A eso de las 8 de la noche encienden la torre y más tarde, encienden otras luces intermitentes. Algunos parisinos piensan que eso es de lo peor, es feo e irrespetuoso. Supongo que es lo mismo que yo sentí cuando vi la Torre del Reloj y el Castillo de San Felipe decorados en navidad.
Me invaden tantas cosas inexplicables porque es la primera vez que salto el charco.
Bajo, me como un perro asqueroso a 4 euros. Me dolió ese precio, pues aún no había escuchado la frase que cambiará por siempre mi forma de viajar: el que convierte, no se divierte.
Llego a un supermercadito, compro agua, que no es tan cara como dicen, un pomelo y unos chocolates.
Llego al hotel y trato de dormir. Imposible. Estaba completamente descompensada.
Martes y miércoles a trabajar.
Miércoles en la noche, caminata con los compañeros de viaje por Notre Dame, el barrio Latino… el Sena de noche me embriagó más que las 4 copas de vino que me tomé durante la cena.
Cuando vi Notre Dame algo electrizante me recorrió y se me pararon los pocos pelos que tengo en la cabeza. Llevaba años viendo ese rosetón en libros, me habían hablado de él los distintos profesores de historia del arte que pasaron por mi educación, pero nunca pensé verlo antes de los 30 años. Quizás, nunca pensé verlo.
Más fotos.
Como turista me di cuenta que en esta ciudad no se duerme. En esta ciudad fumamos, bebemos vino, nos acostamos tarde y nos levantamos temprano. Pero, más que todo, caminamos.
Caminé por ganas de conocer, por no perderme nada, por no coger el metro que no me gustaba al principio. Soy muy perdida y nunca he sabido moverme en esos medios de transporte masivos.
Peor fue cuando dos guardias del metro me cogieron a corroborar que hubiera pagado el tiquete de viaje y, como por ignorancia lo había botado, no lo tenía. Multa: 50 euros… era una buena parte de mi dinero. Hablé en inglés, en español… mi amigo de viaje insultó en ambos idiomas y los muy desgraciados se hacían los que no entendían.
Mi amigo de viaje, muy astuto él, llamó a su hermano que sí hablaba francés y lo hizo pasar por el Embajador de Colombia en el país galo. Le consiguió un descuento y sólo pagamos 25 euros… bueno, pagó mi amigo de viaje, porque yo estaba limpia como siempre.
Los cafés son tranquilos, para sentarse, hablar, fumar, beber y reír. O llorar.
El servicio es una mierda. Los franceses que me atendieron en los cafés y en los restaurantes saben que la ciudad es turística y si tratan mal a un cliente o no tienen como atenderlo, no importa, otros vendrán y con más plata.
Conocí la Ópera y su techo me enamoró; Les Invalides; la majestuosa tumba de Napoleón que para verla, quieras o no, debes hacerle una venia; la Concordia; el puente Alexandre III, el más hermoso y majestuoso de los 36 que están sobre el Sena.
¿Miedo a quedarme?
Muchas fotos.
Versalles. Sin palabras, ostentoso por dentro, por fuera, de frente y de lado. Inmenso, rococó, con unos frescos que sólo pensé existían en la Capilla Sixtina. El lujo es inexplicable y las fiestas que ahí hubo debieron ser sin límites.
Cuando se sale de Cartagena para Barranquilla, no es un gran cambio: el mismo calor en el mismo pueblo, sólo que unos golpean sus palabras y los otros abusan de las r y las s. Salir de Barranquilla a Bogotá, interesante, te sientes en una ciudad y te enamoras de ella.
Por París, le soy infiel a Bogotá. Conozco Nueva York, pero no me produjo nada similar.
París es una ciudad que en su totalidad está hecha para los turistas, una arquitectura gótica nada semejante a lo que me rodea en Bogotá (bueno, una que otra iglesia por acá intentó parecerse a esas), repleta de Historia, llena de calles, monumentos, mansiones, edificios y castillos con cientos de años de historias de reyes, burgueses y pobres que dejaron toda su energía en cada pasillo.
Los taxis son plateados y las marcas son Peugeot, Audi, Mercedes Benz.
Hay bicicletas públicas y están en buen estado y en orden, no como las de la Nacional.
Ya acabó. Igual, regresar a Bogotá fue fácil. Ya quería estar en casa.


jueves, 7 de febrero de 2008

11- Del poder del odio mediatizado













Recuerdo cuando mi hermana me dijo:
“ah, me da rabia que la gente se
tome fotos sonriendo con la marcha

de fondo, como diciendo ‘acá estoy’.
¿Qué creen, que por eso son más intelectuales?”.
(Yo pelé el diente) Crédito: www.flickr.com martigar




No creo que la marcha del 6 de marzo para rendir homenaje a las víctimas del paramilitarismo tenga el mismo “éxito” de la marcha del pasado 4 de febrero.
Éxito… no creo que esa sea la palabra más adecuada para una marcha de esta clase.
Nada que esté relacionado con crímenes y violencia, secuestro y grupos ilegales podrá tener éxito.
Recuerdo cuando mi hermana me dijo: “ah, me da rabia que la gente se tome fotos sonriendo con la marcha de fondo, como diciendo ‘acá estoy’. ¿Qué creen, que por eso son más intelectuales?”.
(Yo pelé el diente)
Tiene razón, esa marcha del 4 de febrero no era para estar pelando el diente ante el lente, esa marcha no se puede catalogar de exitosa. No, fue numerosa, solidaria…
Volviendo al tema, la marcha del 6 de marzo no será tan numerosa. ¿Por qué? Creo que son varias las razones.
Por un lado, la gente de este país, la gente pudiente de este país (y otros no tan pudientes), de una u otra manera apoya a los paras, tanto así que muchos llegaron a altos puestos en el Gobierno. Se puede decir, incluso, que muchos colombianos se sienten identificados con su causa: desmantelar a la guerrilla, ya sea por sentido común o porque tienen familiares, amigos o conocidos secuestrados.
Muchos de los paramilitares se enfilaron por eso, porque la guerrilla había matado o privado de su libertad a parientes cercanos.
Por otro lado, aunque en Colombia hay más de tres mil secuestrados y menos de la mitad –700– están en poder de las Farc, es este grupo armado el que se muestra ante todos nosotros como los grandes “maestros” de quitarles la libertad a muchos, de encadenarlos, de ponerlos a caminar largos trayectos, a pesar de la débil salud que puedan llegar a tener. Y ni hablar del concepto de “canjeables” o de matarlos cuando intentan escapar.
Creo que todos tienen presente la escuálida figura de Betancourt, el “bulto” en la garganta de Jara y las cartas de Mendieta y de Gechem donde cuentan sus terribles experiencias en la jungla. Esta sobre exposición de la realidad de los secuestrados de las FARC ha hecho que se les odie y se les tilde de cretinos.
Ni para qué profundizar en el poder de llamar la atención que ha tenido Chávez al hablar mal e insultar a Uribe… como ya dije, lo llevó al 81 por ciento de popularidad.
Que el presidente venezolano se comporte como un adolescente, peleando y llamando mafioso a su par colombiano y, encima, afirme que el grupo armado más viejo del mundo y más detestado en Colombia tiene un proyecto político válido, no hizo más que llevarnos a muchos a marchar, empujados por la pasión de contrastes que llevamos dentro… o amamos u odiamos.
Estas cosas recientes hicieron que muchos se lanzaran a las calles a gritar “no más”.
El país no tiene memoria.
Los paras han acabado con pueblos enteros, descuartizaron gente viva, mataron a hijos en frente de sus padres y viceversa, luego les abrían el tórax, les sacaban las tripas y los tiraban a los ríos. Hace rato leí una frase que no se me olvida: si secaran el río Cauca o el Magdalena tendríamos, por mucho, el cementerio más grande de Colombia.
Los paras mataron gente inocente porque, supuestamente, eran guerrilleros. Los paras ahora tienen una cantidad de indulgencias porque confesaron la cantidad de cosas horrorosas que hicieron a miles de familias.
Esta marcha no tendrá publicidad en los medios… y ya he hablado del inmenso poder de ellos.
No creo que los colegios distritales tengan el día libre para caminar, no creo que los empresarios y los ministros salgan a decir “no a las autodefensas” como sí dijeron “no a las Farc”. Da rabia, porque deberíamos salir de nuevo a las calles para demostrarles a todos, una vez más, que acá estamos en contra de TODA LA VIOLENCIA, no sólo de la mediatizada.

domingo, 3 de febrero de 2008

Décimo - Del tomar la decisión acerca de marchar o no…

Porque no importa de quién es la marcha,
marchemos: NO MÁS VIOLENCIA,
DE NINGUNA CLASE.
Ni de izquierdas, ni de derechas...
ni al margen de la ley, ni gubernamental.
Crédito: www.flickr.com - smoreno2007






…en contra de las Farc. No lo quise poner en el título.
Así se ha vendido la marcha.
Acá estoy en el periódico, en mi ameno turno de fin de semana, esperando que no haya cambio.
Sé que muchos han escrito acerca de esta marcha, sé que han recibido correos de por qué sí y por qué no (cada uno con verdades y mentiras acomodadas), sé que piensan que está politizada, mediatizada y manipulada… me parece que eso no importa.
Creo que esta caminata (o encuentro en cualquier punto de los establecidos en los muchos lugares del país y del mundo) no es en beneficio de Uribe, que ha llegado a una popularidad de 80 por ciento en Colombia (cifra nunca antes vista para ningún mandatario).
Salir este lunes, 4 de febrero, es una manifestación que va más allá del partido político al que se pertenezca o al que se condene, más allá de los prejuicios y verdades manipuladas que la han rodeado.
Esta marcha es en contra de la violencia, de los secuestros… es una marcha en pro de la libertad y de los derechos humanos, una manera de decirle al mundo entero que estamos bajo el yugo del Gobierno tanto o menos de lo que están otros ciudadanos de otros países, y que no queremos que nadie nos libere, y mucho menos las Farc o el ELN.
Somos muchos los no uribistas, así como hay muchos que sí lo son… igual que hay muchos a favor y en contra de Bush en Estados Unidos, de Sarkozy en Francia, de Chávez en Venezuela, de Merkel en Alemania…
La aglomeración de colombianos en diferentes ciudades de nuestra nación y en varios países es una forma de mostrarles a aquellos ignorantes e inocentes que estos grupos armados al margen de la ley no tienen adeptos entre nosotros.
No me pongo a pensar en todas las cosas malas que se le han imputado al Gobierno actual, no me pongo a pensar si el que convocó esta marcha fue contratado por alguien… no me importa, saldré este lunes con camisa blanca o negra o verde o del color que me dé la gana a ver a la gente caminar, a sumarme a las multitudes y decir una vez más: NO MÁS VIOLENCIA… DE NINGUNA CLASE.

viernes, 25 de enero de 2008

Noveno – De los miedos antes del cambio de hora

Miedo... temores, incertidumbres de no saber y no conocer... Crédito: www.flickr.com - memo vasquez

Ahora, las incertidumbres*.
Caminar de un lado a otro entre los demás –que son tan etéreos como yo–, las luces gélidas ahorradoras de luz y el polvero de la construcción aledaña no sirve de nada.
Me duele la cabeza de tanto pensar cómo hago para dejar de pensar en lo que no debo pensar.
La mandíbula se volvió a trancar y los horarios de las citas médicas están ahí, en la billetera raída de Jack, porque me da miedo ir al doctor a que me den malas noticias.
Cambios han de llegar en una historia que apenas comenzaba y no tuvo tiempo de terminar de comenzar… cambios han de llegar cuando poco a poco iba entendiendo.
¿Ahora qué? Nada, porque todo ha quedado en palabras.
Ahora, la espera**.

A continuación dejo la entrevista con el Comisario de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, quien explica la importancia de la Ronda de Doha en momentos de crisis económica como la actual, los beneficios para los países en vías de desarrollo y los industrializados y el papel de Colombia en las negociaciones.
(Como muchos de ustedes, no sabía tampoco qué era eso…)

(*) Me recordó Los Micrófonos
(**) Y ahora, los tambores…


UE. Acuerdos multilaterales cobran importancia en medio de crisis económicas
Colombia, factor importante en Doha


Peter Mandelson, Comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), aseguró que los acuerdos comerciales multilaterales cobran gran importancia en momentos de crisis económica mundial, como la que se puede desatar si Estados Unidos cae en una recesión por los problemas de créditos hipotecarios.
Mandelson, quien asistió al Foro Económico Mundial en Davos, dijo que si los ministros no se reúnen pronto para definir un marco sobre la Ronda de Doha, será difícil que culmine el acuerdo, que se ha visto trabado por diferencias en el tema agrícola entre los países en vías de desarrollo y los desarrollados.
El Comisario de Comercio habló en exclusiva con LA REPUBLICA acerca de los beneficios de este acuerdo para los miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y del papel de Colombia en esta negociación.

¿Qué beneficios trae destrabar la Ronda de Doha para los países desarrollados?
Los beneficios para el mundo desarrollado son similares a los que recibirían los otros miembros de la OMC. Doha permitirá crear una nueva actividad comercial en grandes mercados como China, India y Brasil. Asimismo, ayudará a reducir los pocos aranceles que quedan en los países en desarrollo, así como los aranceles impuestos a los productos textiles en Estados Unidos. También disminuirán las enormes barreras existentes en el comercio agrícola entre las economías industrializadas.
Desearía que consiguiéramos a un acuerdo acerca del nuevo régimen de comercio global para así facilitar el intercambio de bienes y servicios ambientales –las herramientas que usamos para controlar el cambio climático. La incertidumbre actual de la economía mundial aumenta la posibilidad de un incremento del proteccionismo, lo que pondría en riesgo la apertura de mercados lograda en los últimos 10 años. Llegar a un acuerdo en Doha garantizaría esa apertura.

¿Cómo favorecería a los países emergentes como Brasil, China, o en proceso de desarrollo como Colombia?
Doha es la posibilidad de mostrarles a los países como Colombia que el sistema multilateral puede favorecer sus intereses; estas naciones esperan beneficiarse de nuevos mercados, tanto del mundo industrializado como de las grandes economías emergentes. A los países en desarrollo con rápido crecimiento se les pedirá una contribución proporcionada y eso es justo.
Lo que se está negociando es la mayor liberalización de productos agrícolas de la historia. Países como Colombia, que son competitivos en el sector agrícola, verán nuevos mercados y un recorte de los subsidios distorsionantes que pagan los gobiernos de economías desarrolladas a sus productores.
Las naciones que deseen pertenecer a la economía global necesitan la Ronda de Doha. Colombia está comprometida con la globalización y esa es una de las razones por las cuales está creciendo económicamente. Doha significa una oportunidad para los exportadores colombianos de diversificar su comercio y llegar a nuevos mercados.
Yo espero que Colombia utilice sus estrechas relaciones con países como Brasil y Estados Unidos para alentarles a conseguir un acuerdo.

¿Cuáles cree que han sido los motivos que han evitado que se llegue a un acuerdo?
No ha ayudado que la Ronda se haya enfocado tanto en la agricultura. Los ministros han dejado de lado los beneficios que el acuerdo ofrece en áreas vitales como son los intercambios industriales y de servicios, las reglas “anti-dumping”, los subsidios a la industria y la facilitación al comercio. Sin embargo, quiero destacar que mucho trabajo se ha llevado a cabo en Ginebra en los últimos seis meses y las posturas de negociación se pueden aproximar si hay suficiente motivación política.

¿Qué aspectos deben ser revisados para culminar la Ronda?
Lo más importante es llegar a una posición equilibrada en un par de meses que nos prepare para un acuerdo final al terminar el año. Un acuerdo equilibrado necesita nuevas oportunidades de comercio de bienes y servicios agrícolas e industriales para todos los miembros de la OMC.

¿Cuál sería la mejor manera de destrabar la Ronda de Doha?
Liderazgo político… es así de simple. Lo que se necesita es tener conciencia de que en tiempos de incertidumbre económica es cuando estos acuerdos multilaterales tienen más relevancia. No podemos estar a la defensiva. Tan sólo hay una estrecha vía política por la cual Estados Unidos puede negociar un acuerdo final. Todas las partes necesitan aferrarse a Doha antes de que se nos escape la posibilidad de cerrar un acuerdo. Si Doha se congela, la OMC se verá afectada también. Doha será la primera ronda comercial en haber fracasado. No podemos permitir que esto suceda.

¿Cómo se verían beneficiados los exportadores colombianos del banano si se logra destrabar la Ronda?
La Unión Europea siempre ha dicho que un acuerdo final en Doha incluirá un recorte por parte de la UE en los aranceles al banano, lo que supondrá un beneficio directo para Colombia.
Son varios los asuntos a revisar
Según el asesor del Ministerio de Agricultura y jefe negociador por Colombia, Andrés Espinosa, existen dos nubarrones sobre las negociaciones de la Ronda de Doha. Por un lado, la ausencia de autoridad negociadora por parte del gobierno estadounidense (venció en junio de 2007), la cual es la forma en que el Congreso delega de manera temporal el poder de negociar al Ejecutivo de ese país.
Por otro lado, aspectos técnicos de gran complejidad en el tema agrícola en el que países como Estados Unidos y Japón, no se ponen de acuerdo con los emergentes como Brasil e India. Dos temas son importantes en este sentido: falta culminar la más completa liberalización de los productos tropicales (flores, frutas y hortalizas) y las políticas que aplican los países desarrollados como las ayudas internas y el subsidio a las exportaciones agrícolas.
Para Espinosa, es necesario revisar las ayudas internas que brindan los países industrializados a la agricultura, “ya que algunas de ellas pueden ser consideradas distorsionantes, porque promueven la producción de productos más allá de que es competitivo, generando excedentes de producción para el mercado interno que luego llegan al mercado internacional, lo que deprime los precios”, explicó el asesor.
Asimismo, se debe “obviar la salvaguardia a algunos productos, ya que por condiciones técnicas sólo la han podido utilizar los países desarrollados. La justicia económica es que no los países industrializados ni los en vías de desarrollo la puedan utilizar, a menos que las condiciones de los mercados así lo exijan porque las importaciones masivas hacen necesaria una protección temporal”, sostuvo Espinosa.
Una de las principales trabas que tiene la Ronda de Doha es el no cumplimiento de una negociación que data de la Ronda de Uruguay (1986-1994). Dicha negociación es la completa liberalización de los productos tropicales, la cual, hasta el momento, no se ha logrado.
Los países andinos insisten de forma considerable en este punto ya que entre los productos tropicales se encuentra el banano, que es importante es las exportaciones de estas naciones. La causa para no lograr la liberalización es que no se ha llegado a un consenso entre los ministros de la OMC de cuáles son los productos tropicales.
Por último, es importante que se establezca una fecha para la eliminación de los subsidios a las exportaciones que distorsionan las políticas de competencia del mercado mundial.

lunes, 21 de enero de 2008

Octavo - De la frustración compartida

Frustración, impotencia y rabia de los que sienten y de los que vemos el secuestro. Crédito: www.flickr.com Lizzie Vengeance












Después de tanto tiempo de no escribir, me siento oxidada. Pero no importa, aquí voy… después de casi un mes de haber empezado 2008 y con el nuevo año, ver todos los asuntos políticos Venezuela-Colombia-Farc, pensé que escribiría mi primera nota en el blog de un asunto diferente.
Pues no, no puedo escapar a la frustración y a la rabia de muchos colombianos de ver cómo Chávez se nos metió en el rancho, cada fin de semana vomitando insultos contra Uribe y su política y su fantástico apoyo a las Farc, pidiendo ante la Comisión Europea que los saquen de la lista de terroristas, porque “no son ningún cuerpo terrorista, son verdaderos ejércitos que ocupan espacio en Colombia, hay que darles reconocimiento, son fuerzas insurgentes que tienen un proyecto político, un proyecto bolivariano, que aquí es respetado”.
Sin comentarios.
Hace unos días leí en El Tiempo el Caso de Copenhague, “una patética variante del síndrome de Estocolmo”, según el analista internacional Moisés Naím, de El País de España, lo que ha hecho que los extranjeros simpaticen con los secuestradores y asesinos guerrilleros.
Tal es el caso de algunos grupos en Dinamarca (cuyo nombre no voy a mencionar, no les voy a hacer publicidad) que venden camisetas y envían dinero a las Farc. O más artísticos aún, tomaron canciones del grupo armado y contrataron dj’s que las mezclaran, dando como resultado pistas electrónicas, a la par de Dj Tiesto y los demás.
Ah, se llama Cumbia Clash, from the jungle to the streets (de la selva a las calles)… qué originales.
Absurdo.
Este grupo de daneses también apoya guerrillas de otros países, como Palestina. Al hablar de ellos dicen que están “brindando solidaridad a la lucha de liberación en Colombia”. Así se refirió una página venezolana al hecho de absolver a los daneses miembros del grupo que vende camisetas.
¿No ven más allá de su nariz? Tampoco es que le crean todo a los medios y crean que acá vivimos en una guerra civil y que no se puede salir a la esquina porque nos cae una granada, pero tampoco que los guerrilleros son personas en pro de los colombianos, luchando por la revolución como el Ché Guevara… que mis reservas le tengo porque cruel sí fue.
Con la ayuda de gente especial pude hacer la nota que va a continuación, que salió hoy en le periódico… primera vez que escribí así para el periódico, me gustó y pensé que me iban a echar.

Gracias a los que me colaboraron.


Venezuela. El cambio oficial es de 2,15 bolívares fuertes por dólar
Reconversión, ¿bajará la inflación?

Empresarios creen que el Gobierno puede tomarse las compañías para intervenirlas, lo que genera especulación, por lo que las personas acaparan bienes y dejan vacíos los estantes.
A lo largo de la historia siempre se ha sabido que una cosa es la teoría y otra la práctica. El cambio de moneda en Venezuela y sus objetivos no escapa a esta tradición.
En teoría, el gobierno venezolano decidió eliminar tres ceros al bolívar a partir del primero de enero de 2008, denominándolo bolívar fuerte, con el fin de facilitar las cuentas ante las grandes cifras en un país donde la inflación subió a 22,5 por ciento, desde 17 por ciento en 2006, a diferencia de un PIB que bajó a 8,4 por ciento el año pasado, cuando en 2006 registró 10,3 por ciento.
En la práctica, las cosas son distintas. No es suficiente una reducción de ceros, –como lo ha hecho Brasil, Perú y Argentina– para bajar la inflación del vecino país, la más alta en tres años y la mayor en América Latina.
Analistas explican que para bajar el IPC en Venezuela es necesario: créditos bancarios a tasas de interés razonables, acceder a divisas sin restricciones y, sin duda alguna, abastecerse de bienes alimenticios, con una oferta adecuada y precios asequibles.
La realidad es otra. Por un lado, con la tasa de cambio fija se puede comprar un dólar por 2,150 bolívares fuertes, pero en las calles se consigue la moneda estadounidense hasta en ocho bolívares fuertes.
Por otro lado, a la hora de hacer mercado, la escasez de productos de consumo primario como leche, azúcar, huevos, granos y aceite, ha llevado a un alza en los precios. Para solucionar esto, el Gobierno flexibilizará los controles de cerca de 400 productos.
Fuentes de organismos multilaterales afirman que “en Venezuela hay factores sistémicos muy graves que causan la alta inflación: el gasto público está elevado por la abundancia de divisas pero, al mismo tiempo, hay control en el tipo de cambio. Es una paradoja que tiene un activo abundante caro, es decir, el dólar es costoso por las restricciones”.
De la misma manera, el desabastecimiento de productos de consumo primario se presenta al fijar los precios de los alimentos, lo que conlleva a que los empresarios dejen de producirlos, lo que genera escasez.
El desabastecimiento también se produce por la incertidumbre, ya que los empresarios creen que el Gobierno puede tomarse las compañías para intervenirlas. Esto da como resultado la especulación, por lo que las personas acaparan bienes y dejan vacíos los estantes.
Esa baja en la producción nacional trae como única opción importar los bienes y, como Colombia es conocida como “la despensa de Venezuela” y está en conflicto con el país liderado por Chávez, sigue creciendo la especulación.
Sin duda alguna, aunque hasta el momento no se han visto repercusiones considerables en el comercio bilateral, es posible que, de no arreglarse las relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela, empresarios y consumidores de las dos naciones se verían afectados.
Como se puede observar, la teoría y la práctica son completamente diferentes. La teoría se puede encontrar en los libros, en los noticieros y en la prensa, pero entender la situación real de algunos venezolanos, es mejor conocerla de primera mano.

Perspectivas de algunos venezolanos
Es muy pronto para estimar el efecto del cambio de moneda en la inflación. El Presidente de Fenalco en Cúcuta, Luis Carlos Gaitán, dijo que “fue un cambio más bien cosmético; pero sí hay un efecto psicológico, pues se pasó de tener un millón de bolívares en el banco a tener 1000”.
De acuerdo con Daniel Anillo, ingeniero venezolano, “Chávez hizo el cambio para fortalecer el bolívar, hacerla una moneda respetada como a principios de los 80”. Por su parte, una empleada del sector privado, Milena Ortiz, aseguró que “el cambio fue un capricho del Presidente. Las repercusiones que ha traído es el redondeo de los precios hacia arriba y, por ende, el aumento en todo. Además, el bolívar sigue igual de devaluado”.
En cuanto a la escasez de bienes de consumo, Isabella González, médica, sostuvo que “ir al mercado en una aventura. ¿Qué falta? leche, carne, huevos, aceite de maíz, azúcar. Aunque, en la actualidad, está bastante regularizado el suministro”.
Estos problemas dan como resultado que las personas que viven cerca de la frontera con Colombia prefieran pagar el doble por los bienes en los almacenes de Cúcuta, con tal de conseguir lo que quieren.
“Los venezolanos compran con tarjeta de crédito, con lo cual tienen la posibilidad de pagar en dólares con la tasa de cambio oficial, que es de, más o menos, 0,90, con lo cual pagan el dólar a 2.150 bolívares de los antiguos, y no a 4.600 o cinco mil bolívares si pagaran con la tasa de cambio del mercado paralelo, de 0,42, aproximadamente. Con esto, prácticamente, ahorran más del 50 por ciento de la compra”, enfatizó Gaitán.

Comercio bilateral: hasta ahora, bien
El Presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), Javier Díaz Molina, dijo que el comercio bilateral sigue fluyendo a pesar de las difíciles relaciones políticas y diplomáticas entre Colombia y Venezuela.
“El intercambio entre ambos países es ‘natural’; Colombia envía a Venezuela cerca de 2.500 productos, mientras a nuestro país llegan unos 1.500 productos venezolanos. Si se llega a restringir el comercio, éste seguirá de manera no registrada. El comercio entre Colombia y Venezuela no se acaba de la noche a la mañana”, dijo Díaz.
Dado el caso que el Presidente Hugo Chávez decida cancelar el intercambio, las consecuencias serían negativas. “Son 4.500 millones de dólares que se venden al vecino país y, en la actualidad, no hay otro mercado en donde colocar ese monto. Para los consumidores venezolanos también sería negativo, porque los productos se encarecerían, por ejemplo, por el costo del transporte” si se llega a cuajar la idea de Chávez de importar alimentos desde Brasil.
Según Díaz Molina, la frontera colombo-venezolana es la más activa del continente, más aún que la de los Estados Unidos y México que, aunque es más larga, hay incluso un muro. “Paraguachón, Maicao y Arauca son ciudades en las que se ve movimiento”, en ambos sentidos, de productos que entran y otros que salen.