miércoles, 27 de octubre de 2010

De ferias y malos ratos…

Hoy quiero hablar de dos cosas… por un lado, de las ferias. Hoy entendí que solo debo asistir a ferias de diseño o de moda, y no a ferias de emprendedores, empresarios jóvenes, ni nada parecido. Mucho menos a la primera versión de alguna de ellas.


Estar donde hay artesanías no es conveniente. La gente colombiana que compra artesanías no valora lo artesanal, solo va buscando lo barato. Acabo de desistir de una feria donde había microempresarios que vendía desde antibacteriales, pasando por peluches, muñecos de navidad, ozonizadores y purificadores de agua, hasta sacos tejidos y chaquetas acolchadas. Esta última estaba al lado mío y las vendía hasta en 35 mil pesos. Claro, ¿cómo no van a ver las prendas de mi marca costosas cuando lo más económico que tengo es de 100 mil pesos y es una capa liviana y sin forrar? Eso daña el mercado y mal acostumbra a los consumidores. ¿Qué le ganan a esa chaqueta? ¿Cinco mil pesos?

Además, hay que ver las fechas. Los organizadores deberían tener eso en cuenta. Ante nada, no se debe asistir a ferias a finales de quincena y, mucho menos, si el fin de semana siguiente es largo (lunes festivo) o comercial (halloween). La gente no tiene plata del 10 al 14; ni del 25 al 29… y en esta ocasión particular, si tienen, es para la rumba de disfraces.

Hoy estaba desmontando cuando una mujer que había pasado ayer, regresó con su amiga. Me preguntó si estaba armando o si ya me iba, pues quería ver unas flores para el pelo. Le respondí que ya me iba; pero como vendedora y en beneficio del servicio al cliente, le dije que, si quería, le mostraba las flores porque las tenía a la mano. Las saqué, le dije que costaba $8.000 y me regateó… como siempre. Pues no le bajé el precio porque ese valor es justo, de verdad. Y se fueron. Al seguir empacando los jóvenes del stand vecino me contaron que la tipa interesada en las flores, cuando me di la vuelta para buscárselas, cuchicheó con la amiga “uy, está desesperada por vender”. ¿Ah? ¿!ué tal? ¿Se cree de mejor familia por el comentario? Me da risa, porque yo tengo un negocio y soy independiente, mientras ella sigue de empleada. Yo soy amable y la atiendo, y ella es una amargada. Ella regatea y yo le digo que no, y se queda sin comprar una flor que no conseguirá en otro lado, porque las hace mi mamá en Cartagena con telas que le han quedado de colecciones anteriores. Solo concluyo: pendeja.

El segundo tema del que quiero hablar es el paseo en los buses. Al regresar me monto al bus con la escarapela y cuando dos personas se bajan, aprovecha el habitante de la calle y se monta. Me da miedo. Me saluda: “Laura (con nombre y todo, por la escarapela), qué pena, pero me va a tocar pedirte una moneda”. La voz y el tono eran intimidantes/cordiales… y eso me da más miedo. Le dije “mira, mejor, te doy este almuerzo”, mientras le pasaba la bandeja de comida que el SENA nos dio por participar en la feria que les mencioné anteriormente. Feliz, se sentó y empezó a comer. El conductor del bus lo bajó a insultos. Y no me robaron.

Eso es todo por hoy.

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